El poder de las palabras en una crisis reputacional

La decisión del príncipe Andrew de Inglaterra de aceptar una entrevista con la BBC, puede ser considerada por algunos como una demostración de transparencia, sin embargo su actitud esquiva, sus constantes intentos de minimizar las graves acusaciones y los cabos sueltos en sus respuestas durante casi una hora de preguntas, dejan más dudas que certezas sobre su inocencia en este caso, que se debate en las cortes y en los tribunales de la opinión pública. 

Las entrevistas son para posicionar mensajes, si son manejadas adecuadamente, permiten al invitado presentar y argumentar su postura. Sin embargo, el príncipe aparenta no haber preparado los mensajes, las largas y confusas explicaciones que utiliza lo denotan. Un buen mensaje es claro y concreto,

“Lamento que se haya comportado de una manera impropia”, así responde el príncipe Andrew sobre las acciones de Jeffrey Epstein, la entrevistadora- visiblemente sorprendida- le responde: “¿Manera impropia?, era un delincuente sexual.” Las acusaciones son tan graves, con decenas de menores traficadas, que calificar la conducta de Epstein de “impropia” es, por decir lo menos, insensible.

El príncipe Andrew también afirmó que visitó Epstein en Manhattan en 2010, tres años después de que este fuera puesto en un registro de delincuentes sexuales, para "romper la amistad". Sin embargo, después de la supuesta ruptura, el príncipe Andrew permaneció en la casa de Epstein durante varios días porque era un "lugar conveniente para quedarse", ¿qué significa eso?, no lo explica. 

Sobre la foto con Virginia Giuffre, su principal acusadora, “no recuerdo que alguna vez se haya tomado esa fotografía. Es una fotografía de una fotografía de una fotografía y por lo tanto imposible de confirmar como falso”. Durante toda la entrevista, las respuestas del príncipe son esquivas y poco claras.

La presión al enfrentar una crisis de reputación institucional, en este caso el de la familia real británica, es inmensa y evidentemente ha resultado abrumadora para el personaje involucrado, el príncipe Andrew, que tras años de silencio sobre el caso, ha decidido hablar.

Es conocido que la familia real mantiene una relación distante con la prensa, por lo que resulta más sorprendente esta entrevista. En todo caso, las reacciones no se han hecho esperar. Especialistas en relaciones públicas han calificado la entrevista como un verdadero fracaso y marcas asociadas a una fundación que dirige el príncipe para fomentar el emprendimiento, han tomado la decisión de desvincularse de los proyectos e incluso han pedido, según distintas fuentes, que su logo se retire de la página de aportantes.